Tarea 1

Legalización de las Drogas
jueves, 19 de enero de 2012
LAS MARAS EN GUATEMALA
LAS MARAS EN GUATEMALA.
“Ya piensas loco, lo que tienes en tu mente: maldad o envidia ser rebelde. Yo he crecido en el ambiente de mi barrio…El lema de mafia es matar al que busca, El lema de la mara salvatrucha es mara salvatrucha”.[1]
El Plan de Gobierno del Partido Patriota, presenta cinco ejes y propósitos de la llamada agenda del cambio, que en la página 9, en el Eje de Seguridad Democrática y Justicia, en su segundo propósito propone: Neutralizar el crimen organizado, maras y delincuencia común, como uno de sus objetivos primordiales para brindar seguridad a los guatemaltecos.
Por aspectos puramente académicos se abordará en este ensayo el tema específico de las maras por ser un fenómeno de actualidad y que afecta en gran medida a parte de la sociedad guatemalteca.
No existe una definición exacta del término “mara”, de acuerdo a Sánchez Jankowsky[2] son agrupaciones de individuos que viven en la pobreza y la marginación, encontrando en las pandillas, un grupo social que ofrece una alternativa de identidad y autoestima.
De acuerdo a Herrero[3], la delincuencia juvenil corresponde al ámbito penal y se refiere a las infracciones que son cometidas por menores de edad. Sin embargo, la mayoría de edad penal puede varar de un país a otro y, además, no existe claridad plena para marcar el tránsito desde el mundo de los menores al mundo de los adultos, en las esferas social y legal. En este sentido, el término delincuencia juvenil es un concepto construido social e históricamente.
Algunos estudios revelan que las maras surgen como una derivación de la violencia política y la crisis económica de los años setenta y ochenta, que motivaron a muchos centroamericanos a emigrar a Estados Unidos, quienes se establecieron en barrios pobres, especialmente de Los Ángeles, en donde ya existían las pandillas juveniles, de donde derivan la mara 18 formada por mexicanos y norteamericanos y la mara salvatrucha integrada principalmente por inmigrantes salvadoreños y otros centroamericanos, es importante hacer notar que estas maras surgen para protegerse del acoso y actos vandálicos de las pandillas juveniles.
Las denominadas maras o pandillas juveniles dejaron de ser un fenómeno social para convertirse en una maldición para los guatemaltecos que a diario conviven con estos delincuentes que ante la pasividad y la falta de acción de los diferentes gobiernos y entidades de enfrentarlos han encontrado en Guatemala el paraíso para cometer sus fechorías.
Entre las actividades más comunes por parte de estos grupos criminales se encuentran principalmente la extorsión a comercios, transportistas, centros educativos, robos, asesinatos, tráfico y consumo de drogas, ritos violentos, secuestros y últimamente han incursionado en el sicariato, llevando a cabo asesinatos por encargo, obteniendo grandes cantidades de dinero y generando un ambiente de violencia, inseguridad y zozobra en las áreas en las que realizan sus actividades delictivas.
De acuerdo a estudios de caracterización de la violencia juvenil realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo[4] los factores más comunes que influyen en los jóvenes para integrarse a las maras son:
a. Ser hombre
b. Provenir de un hogar desintegrado o con violencia intrafamiliar (VIF)
c. Haber sufrido abuso sexual
d. Fracaso escolar
e. Vivir en barrios en donde haya Maras
f. Falta de oportunidades de empleo
g. Falta de identidad y afecto
h. Ineficiencia institucional e impunidad
Al analizar los datos anteriores es lógico identificar que adolescentes y jóvenes con problemas de comportamiento y rebeldía, muchos de ellos con experiencia criminal, se integran a las pandillas o maras con una necesidad de identidad, pertenencia y afecto, y ante la falta de oportunidades económicas y sociales para satisfacer sus necesidades se vinculan a estos grupos delincuenciales, sintiéndose identificados y protegidos y dispuestos a cumplir con las exigencias del grupo, inicialmente motivados por obtener poder económico y sentido de pertenencia.
Sin embargo, ser mujer no es un impedimento para pertenecer a las maras, es cada vez más frecuente ver mujeres vinculadas a estos grupos delincuenciales, aceptando las tareas y “bautizos” previos a ingresar como parte de estos grupos de anti sociales.
Las motivaciones y causas de la violencia juvenil son variadas y de diferentes perspectivas. Sus causas más recurrentes se encuentran en la exclusión social y la desigualdad por parte de la sociedad, y por el otro lado, la incapacidad de las autoridades estatales de brindar a sus ciudadanos los seguridad y justicia que es una si no la más importante obligación de un Estado como representante de la unidad nacional.
El fenómeno de las maras crece dramáticamente y la constante es que cada vez más niños y adolescentes se integran a las mismas, especialmente en las áreas marginales, de tal forma que no se sabe a ciencia cierta cuantos integrantes pertenecen a las estos grupos delincuenciales, estimándose en más de 300 mil distribuidos entre las dos principales pandillas que operan en el país.
La falta de atención a este problema se vio reflejado cuando se le preguntó a un ex Presidente[5] a cerca de que tratamiento le daría su gobierno a este caso, indicando que era una exageración lo que se decía al respecto, que solamente era un grupo de jóvenes desorientados y que él iba a entregar la finca presidencial para que se mantuvieran ocupados y tuvieran un espacio en el cual pudieran desarrollar tareas que les fueran útiles para dejar las maras.
En nuestro país se es mayor de edad a partir de los dieciocho años de edad, y el ciudadano está en pleno goce de sus derechos y obligaciones establecidos en la Constitución Política de la República, el menor de doce años es inimputable, y los menores de trece a diecisiete años la ley contempla procedimientos especiales para su atención estableciendo centros especiales para su readaptación y educación.
De acuerdo al párrafo anterior en nuestro país deben de existir centros de atención especial para el tratamiento y atención a los jóvenes que participan en actos delictivos y que por ser inimputables no pueden ser encarcelados, sin embargo, las centros especializados se han convertido en verdaderas escuelas del crimen, en donde quienes ingresan identifican estos centros como sus verdaderos hogares, y es ahí en donde reciben los insumos indispensables para convertirse en verdaderos criminales.
La falta de un tratamiento integral al problema ha generado que las maras crezcan y evolucionen y se expandan interactuando con el crimen organizado y el narcotráfico, expandiendo su ámbito de acción, de acuerdo a Tomás Andino Mencía[6] , una de las principales particularidades de las dos grandes confederaciones de maras, la mara salvatrucha y la del barrio 18 reside en su carácter expansionista. Las políticas de mano dura adoptadas por Guatemala, El Salvador y Honduras han hecho que los códigos y normas de las pandillas se endurezcan, como un mecanismo de supervivencia de los mareros, sus principales características como lo son los tatuajes y la vestimenta, principalmente, han cambiado, las reglas de ingreso han sido restringidas a niños y mujeres por la desconfianza que genera la falta de discreción en cuanto a la información y trabajos que se les asignan.
Interpeace y Poljuve[7] proponen que al problema de la delincuencia juvenil sea abordado con un enfoque integral y holístico, que trate los problemas estructurales que provocan la violencia y sus manifestaciones particulares, como el restablecimiento de las relaciones sociales entre los sectores involucrados y afectados por la misma. Esta dinámica incluye a los jóvenes, a los funcionarios de Estado, a los representantes de las organizaciones de la sociedad civil y a la sociedad en general. Para ello proponen iniciar un proceso de diálogo constructivo entre diferentes sectores sociales para analizar a profundidad el problema y buscar soluciones sustentables en el marco del respeto a los Derechos Humanos y la construcción de una sociedad equitativa e inclusiva.
El Estado de Guatemala ha desarrollado acciones tendientes a tratar el problema y existen iniciativas como la Política de la Prevención de la Violencia Juvenil, la Política Nacional de Juventud, el Consejo Nacional de la Juventud y la Comisión Nacional de la Niñez y la Adolescencia, los que a la fecha han sido insuficientes y prácticamente nulos en el tratamiento de la problemática.
Si bien es cierto, el diálogo entre los actores es importante, es necesario que este vaya acompañado de acciones concretas, ya que aunque no es posible encontrar soluciones rápidas, la población está ansiosa por respuestas inmediatas que le permitan llevar a cabo sus tareas cotidianas en un ambiente de tranquilidad y armonía sin el acoso que sufren a diario por parte de estos grupos de antisociales, siendo común escuchar al guatemalteco de a pie decir que Gracias a Dios se levantó pero que no sabe si va a lograr regresar sin novedad a su hogar debido a la zozobra que estos grupos crean especialmente en los barrios marginales y en los principales cinturones de pobreza que rodean las principales ciudades de Guatemala.
El papel que juegan los medios de comunicación social en el tratamiento a este fenómeno es de vital importancia, ya que por un lado han hecho de los pandilleros una especie de mito, al publicar todo tipo de noticias, muchas veces sensacionalistas, logrando captar la atención de los lectores y cediéndole un espacio de publicidad gratuito a los anti sociales que les permite demostrar ante la sociedad una cuota de poder, atribuyéndoles las principales causas de violencia en el país, y por el otro lado, estigmatizándolos en hechos en los que no tienen ninguna participación, un análisis[8] demuestra la influencia negativa en la percepción ciudadana al indicar que en el municipio de Guatemala entre 61 y 72% de los hechos delictivos son atribuidos a gente joven, el 40% de la población considera que operan maras en su barrio o colonia,; y cerca del 70% estima que éstas cometen los actos delictivos.
[1] Iván, 15 años, “Lanzando Piedras, Fumando Piedras”. José Luis Rocha. Noviembre 2006.
[2] Gangs and social change. Theoretical Criminology. London 2003.
[3] Informe para la discusión, Violencia juvenil, mara y pandillas en Guatemala. 2010
[4] Banco Interamericano de Desarrollo. Seminario Regional. Alternativa al Sendero de las Maras. Junio 17, 2005.
[5] Lic. Oscar Berger Perdomo. Presidente de la República 2004-2008.
[6] Las maras en la sombra: ensayo de actualización del fenómeno pandillero en Honduras. 2006.
[7] Informe para la discusión, Violencia juvenil, mara y pandillas en Guatemala. 2010.
[8]Informe Estadístico de la Violencia en Guatemala. PNUD 2007.
martes, 10 de enero de 2012
Perfil de Compañera de Curso
PERFIL COMPAÑERA DE CURSO ALTOS ESTUDIOS ESTRATÉGICOS
Exitosa profesional, originaria de la ciudad de Guatemala, de padres jutiapanecos, casada con Noel Enrique Bolaños, Administrador de Empresas, y madre de de dos bellas hijas, también profesionales, es Licenciada en Mercadotecnia graduada en la Universidad Rafael Landivar, ha realizado dos maestrías: una en Derecho Mercantil y otra en Derecho Parlamentario, un doctorado en Ciencias Puras realizado en el extranjero, se considera una mujer luchadora y trabajadora, planea preparar su jubilación y a largo plazo delegar el negocio de la familia, le gusta la lectura, hacer deporte y conservarse saludable, su anhelo es contribuir con el país para poder heredar un mejor futuro a sus nietos, anhela poder seguir preparándose académicamente para retribuir sus conocimientos en beneficio del país.
Considera que su mayor fortaleza es ser mujer, además es persistente para alcanzar las metas y los objetivos que se ha trazado en su vida, cuenta con un hogar estable de veintiséis años de matrimonio y el apoyo irrestricto de su esposo para realizar su proyectos.
En cuanto a las áreas de mejoramiento su anhelo es aprender idiomas, específicamente el mandarín, ya que por su profesión considera que es de suma utilidad porque es el idioma que se practica en el mayor mercado del mundo.
Su opinión respecto al enfrentamiento armado interno, indica que aún no se han superado los problemas que originaron el mismo, y que es necesario ser positivos y superar el pasado para poder construir el futuro y hacer viable la paz para todos los guatemaltecos.
En el corto plazo anhela ser asesora del Congreso de la República, específicamente de la Comisión de Defensa, con el objeto de dar a conocer el trabajo que realiza el Ejército de Guatemala en beneficio de la comunidad y desvirtuar los señalamientos infundados que perjudican el prestigio de una institución que está dedicada al servicio del pueblo al cual se debe, ya que considera que la Institución no realiza los esfuerzos necesarios para dar a conocer a la población la labor que realiza, razón por la cual actualmente se encuentra desarrollando el Curso de Altos Estudios Estratégicos en el Comando Superior de Educación del Ejército, con la finalidad de conocer más de cerca el quehacer de la Institución Armada.
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